LA GENTE
Desde su constitución en el año 2011, VIGNO ha sabido congregar a un gran grupo de productores y bodegas nacionales que buscan cuidar y mantener las tradiciones vitivinícolas del secano maulino. Las viejas parras son un valioso patrimonio que se identifican con esa zona específica conformando un paisaje cultural donde sus habitantes son una clave dentro de este eje socio-productivo.
El arraigo y la identidad son factores diferenciadores frente a otras regiones vitivinícolas del mundo. De ahí la importancia de mantener esa expresión única y particular del Carignan, sus viñedos viejos, un valor que hay que transmitir a las nuevas generaciones de enólogos y viticultores.
Pequeños pueblos como Empedrado, Sauzal o Coronel del Maule son un claro ejemplo de como las comunidades son capaces de interactuar en el desarrollo y perpetuación de las labores vitivinícolas que históricamente se han practicado en la zona. El vino es parte de esa cultura y desde siempre ha buscado mantener ese espacio a pesar de los avances de la modernidad y la voracidad de otras grandes industrias.
Más allá del compromiso que nos pusimos por hacer vinos de calidad y de respetar las reglas que nos convocan como asociados, creemos no solo relevante el rescate y reconocimiento de una tradición vitivinícola, sino que también de una cultura que lo respalda con personas, familias y comunidades. El agricultor local es una pieza fundamental en toda la cadena productiva. Gracias a ellos es posible llegar con nuestras botellas de VIGNO a una gran diversidad de mercados tanto nacionales como extranjeros.
